Historia de la Ciencia
La poliomielitis en una enfermedad infecciosa aguda que en su forma grave afecta el sistema nervioso central. La provoca un virus conocido como polivirus, pertenece al grupo de los Enterovirus.
La reproducción de los virus en un fenómeno interesante y muestra la gran importancia de la información genética. Lo único que necesita para reproducirse en una célula viva, pero no cualquier célula, son muy específicos, atacan solamente un cierto tipo de células en los organismos que infectan. Una vez localizad esa célula especial, que les proporcione todos las sustancias indispensable para su reproducción, inyectan su material genético que detiene el metabolismo celular para fabricarse a sí mismo.
El DNA Viral ese introduce dentro de la célula hospedera por medio de un pequeño tubo proteico que tiene la cápsula, penetra la membrana celular en puntos muy específicos. La cápsula permanece fuera de la célula durante el proceso.
El primer paso del invasor, como en cualquier golpe de estado, es cortar las vías de comunicación entre el gobierno (núcleo) y sus gobernados (el citoplasma), por medios represivos. Se empieza a fabricar una proteína que destruye todo el RNA mensajero que sale del núcleo. Al mismo tiempo se elaboran copias del DNA viral en el citoplasma, en un proceso que no se detiene hasta la muerte de la célula.
El siguiente paso del invasor es entrar al centro de mando y destruir toda la organización del sistema existente, separando para si todo lo que le puede resultar útil. Es lo mismo en el caso del virus: Entra al núcleo del DNA viral y destruye toda la información genética de la célula. De inmediato el virus manda información al citoplasma para fabricar las piezas que forman su cápsula, que son parte planas hechas de proteínas y se tienen que ensamblar 32 para poder formar una cápsula viral. Los restos de DNA celular son acomodados de nuevo para formar el DNA viral.
Alrededor del DNA viral se empiezan a acomodar las piezas de proteínas, hasta rodearlo por completo.
En poco tiempo se pueden ver dentro de la célula los primeros virus enteros recién ensamblados. Después las células hospederas se rompen por la presión que ejercen los virus recién formados. Liberando miles de microorganismos listos para invadir otras células.
Los virus de la poliomielitis a atacan las células nerviosas de la espina dorsal, estructura por donde pasan los mensajes del cerebro a los músculos para poder dirigir su movimiento, ocasionando en la mayoría de los casos la perdida de todas las células nerviosas. El mal se manifiesta a los tres o cuatro días después del contagio. En cuanto la espina dorsal empieza a recibir daños se presenta incoordinación en los movimientos y espasmos dolorosos. Cuando la enfermedad está muy avanzada se da una parálisis flácida que puede ser permanente. La muerte de los enfermos se produce cuando dicha parálisis se presenta en el sistema respiratorio.
La enfermedad permaneció activa por siglos, presentándose en forma de epidemia cada determinado periodo y manifestándose algunos casos cada temporada de calor en los climas templados, y todo el año en los climas tropicales.
Albert Bruce Sabin dio una esperanza a esos miles de jóvenes que padecía dicha enfermedad. Nació en la ciudad de Bialystok, Rusia, en 1906. Siendo de origen judío, padeció persecución antisemita en la Europa del Este, viéndose forzado a huir con su familia.
Se establecieron en Nueva Jersey en 1921, con muchos problemas económicos. Sabin consideró que los estudios superiores no los podría llevar a cabo, pero un tío que era dentista le ofreció pagarle los estudios a cambio de que estudiara odontología. Alternativa que aceptó al entrar a la escuela de odontología.
Sabin y sus primeros pasos
“ Un parasito que se mantiene en la naturaleza sólo por la humanidad” Sabin
El libro “Los Cazadores de Microbios” de Paul De Kruif, es un relato histórico sobre los pioneros de la microbiología general y médica. Plagado de hechos anecdóticos y explicaciones simples, el libro se adentra en la fascinante atmósfera de misterio y peligro que envolvió a los precursores de esta rama de la ciencia. Lleno de fuerza despierta un profundo interés en el lector por comprender la microbiología.
Para un joven de 19 años, Albert Bruce Sabin, que en el año de 1921 estudiaba Odontología por obligación, la motivación engendrada por el libro histórico, que describía en parte sus propios anhelos, fue suficiente para dejar sus antiguos estudios, en 1925, para entrar a la facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York.
En ambas carreras Sabin tuvo un maestro en común: Williams H. Park, un eminente profesor de bacteriología. El joven se integró al equipo de trabajo del laboratorio de Park, al principio como colaborador, pero con el tiempo realizó experimentos propios, publicando su primer artículo científico en 1928.
En 1931 Sabin consigue su doctorado en medicina y precisamente en ese mismo año se desata una de las dos más fuertes epidemias de poliomielitis en la ciudad de Nueva York.
La coincidencia se respalda por un artículo aparecido en un periódico local, donde un científico de la Universidad de Columbia, anuncia, con grandes titulares, que podía estimular la sensibilidad contra la polio con una inoculación en la piel del virus inactivado. Park intrigado, pidió a Sabin que probara lo anterior.
Para Sabin realizar semejante prueba representaba un problema. No existían, como en la actualidad, muestras de virus disponibles para los investigadores en los laboratorios. Si quería conseguir el virus tenía que extraerlo él mismo.
El virus de la polio es particularmente específico. Muy pocos hospederos pueden infectarse y permitir la reproducción del virus. Su rango de acción se reduce a unas cuantas especies de monos y el hombre.
Sabin, para aislar el virus de la polio, tuvo que tomar muestras de los desechos de aguas negras de la ciudad, purificarlas para que sólo quedaran virus, inocular a un mono y rezar para que el animalito mostrara los mismos síntomas de la enfermedad.
Una vez muerto el mono enfermo se procedía a extraer la espina dorsal, la machacaba en un mortero y tomaba los fluidos. El líquido era filtrado para eliminar todo lo demás, obteniendo un extracto con elevado nivel de virus de la polio, pero también partes celulares. Utilizó una enzima proteolítica para deshacerse de las proteínas, consiguiendo así una mayor pureza en la muestra.
Enseguida se procedió a atenuar el virus, ya sea calentándolo o bañándolos en sustancias químicas, con el fin de descomponer la estructura del virus. La muestra es inoculada en la piel del mono, como aparecía en el artículo del científico de Columbia. Se esperó unos días a que el mono desarrollara resistencia inmune, después se inyectó el virus entero y virulento, pero el animal enfermó y murió.
Sabin visitó al científico de Columbia. Repitieron ambos buena parte del procedimiento y estuvieron de acuerdo en que no funcionaba este método.
La vacunación cutánea para desarrollar inmunidad a las enfermedades tiene sus antecedentes mucho tiempo atrás, a finales del siglo XVIII. Un medico inglés, Edward Jenner, escuchó la historia de que las mujeres que contraían una enfermedad infecciosa en la piel, común en el ganado vacuno, la cual se manifestaba por medio de ampollas, cuando ordeñaban vacas enfermas de “Vacuna” nunca contraían viruela.
Jenner pensó que al contraer esa infección, impediría después al germen de la viruela atacar a las personas. Decidió probar su idea, de las primeras inoculaciones que hizo nada se sabe, se cree que se utilizó él mismo y a su familia para ese fin. Lo cierto es que en 1796 inoculó en la piel de un niño de ocho años, James Phipps, con el líquido que contenía dichas ampollas de las mujeres que ordeñaban vacas y se infectaban con la “vacuna”. Dos meses después, en un intento cruel, injusto y aparentemente bien calculado, el médico inglés inoculó pus de un grano de viruela en la piel del niño, hecho que en otras circunstancias hubiera condenado al niño a la muerte o a llevar horribles cicatrices por el resto de su vida. Pero James Phipps era inmune, no se enfermó.
Realmente el aventurado pasó de Jenner no pudo dejar un antecedente para producir vacunas de otras enfermedades virales, por el hecho de que no se sabía nada sobre microorganismos ni de inmunidad. Tuvo que pasar un siglo para que Pasteur encontrara una vacuna para atacar otra enfermedad viral: la rabia.
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