Me siento molesto e intimidado al tener que tocar estos temas de nuevo. Pero me preocupan los intereses políticos que se mesclaron en la Caravana de Sicilia. Por un momento pensé que la inclusión de una persona ajena a la política y, por la pérdida de un hijo, podría llamar la atención sobre las miles de víctimas de la guerra entre narcos. Que daría una visión más completa del panorama, no esos doctos “expertos” que, por el simple hecho de vivir en el D. F., no tienen nada que perder, y estan luchando más que por las víctimas: por el poder político.
Al final, dirigentes y líderes de organizaciones sociales llegan a Cd. Juárez, para marcas un acuerdos que presentan como la suplica de miles de víctimas, pero que en realidad es sólo una forma directa de poner posturas ilógicas para desacreditar a el gobierno. Lo que esperaba que fuera un apoyo hacia las víctimas, donde les dijeras que las armas, la muerte y el miedo, no debe ser suficiente para dejar que los grupos del crimen organizado impongan su ley en la mayor parte del país, se trasformó en una triste parodia política.
Pero, en lo poco que trasmitieron los medios de comunicación, tocaron los mismos temas que siempre han sembrado la duda en la gente y que al final sólo beneficia a los asesinos del crimen organizado. Lo único destacable es que cuando esas personas gritaron que sacaran al ejercito de las calles, hubo voces que gritaron No, que salieron de las mismas víctimas de Ciudad Juares, aunque fueron acalladas por la gente que llegó desde el D.F. con aplausos y gritos de apoyo. (No es necesario recordarles que al único que conviene sacar al ejército de las calles, en estos momentos, son a los narcos y los corruptos)
Cd. Juárez desde mucho tiempo atrás tenía problemas. El narcotráfico usaba esa ciudad para llevar drogas a los Estados Unidos. En algún momento, a principio de los noventas, la corrupción, que estaba en dicha ciudad, se pasó a los Estados Unidos. Simplemente la policía local pasa drogas con la complicidad de guardias aduanales y policía norteamericanos. http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=728
De hecho el conocido caso de las Muertas de Juárez, que no pretendo saber quién las mataba, es una muestra de la podredumbre de la policía municipal y estatal en esa ciudad. También recuerdo, de manera general, que la policía federal, sobre todo la de caminos, tenía muchos problemas con las fuerzas locales y estatales. El pleito llegó hasta el asesinato de un federal de caminos por parte de las fuerzas municipales.
Desde mitad de los ochentas la corrupción dominaba en todos los niveles de autoridad en dichas ciudades. La mayoría llegaban al crimen organizado después de que los volvía adictos al regalarles droga.
Los problemas en dicha ciudad han estado creciendo desde principio de los noventas hasta la fecha. Y el caso más patente son los feminicidios, porque fueron demasiados y perfectamente encubiertos por lo que todos consideraban, entonces, como genuina ineptitud de las autoridades. Ahora sabemos que era cruel corrupción e inpunidad. En esos tiempos no se tenía métodos para poder localizar a los elementos malos en una institución.
Cuando los problemas en todo el país se empezaron a desbordad, se inició la guerra contra el narco. A mi juicio era la única forma de detener al crimen organizado que hasta el día de hoy sigue presente.
El gobierno, es esos primeros días de la Guerra, no estaba preparado. De hecho muchos de los métodos para luchar contra la corrupción en la policía local se aplicaron desde hace tres años, como el detector de mentiras.
Sacar al ejército de las calles en estos momentos sería dividir el país entre los distintos grupos criminales. No digo que el ejército sea ideal para luchar con el narco, ni que no violen los derechos humanos, digo que las autoridades locales y estatales no están preparadas para enfrentar a organizaciones criminales tan poderosas por si mismas.
No es el ejército el que ha matado a 40 mil mexicanos. Es vedad que existen quejas, pero también es verdad que sin ellos en la calle, el país ya se hubiera coinvertido en un páramo desértico.
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