El caracol sintió como su deber intervenir en la plática diciendo:
—Pero también existen cosas buenas a pesar de las dificultades. Por ejemplo, lo que dice este periódico—aclaró mostrando otra página del periódico—. Las nuevas drogas que hacen una selección de la humanidad.
— ¿Cuáles drogas?—preguntó Arturo sorprendido.
—La heroína, la cocaína, la marihuana y todas las demás que levantan el espíritu.
— ¿Pero, son ilegales?
—Sí, ahora, pero la lucha de los narcotraficantes para darnos una nueva sociedad está siendo ganada despacio. Es verdad, hoy son ilegales, pero en cuanto demuestren la importancia de la nueva forma de seleccionar a los miembros de la sociedad todos la aceptaran.
Arturo no entendió, a pesar de todo el entusiasmo que demostraba el caracol. Con la mirada fija Arturo esperó que explicara bien sus ideas.
—En nuestra sociedad existen personas malas. Gente, que por una u otra causa, son violentas; roban, matan; son criminales. No tienen remedio porque poseen problemas espirituales. Y sus mismos problemas los vuelven adictos. Consumen drogas con irresponsabilidad. La mayoría piensan que esas personas deberían estar muertas... Bueno, las drogas los matan, o por lo menos los transforman en inútiles... Las drogas, de forma indirecta, terminan quitando de la sociedad los elementos malos, dejando a los más capaces y fuertes salir adelante... Nuestro deber como sociedad es poner al alcance de las masas toda la droga que puedan consumir, hasta que se mueran y no ocasionen más problemas. Imagínate, se estarán matando ellos mismos de forma limpia. Así no se gasta tanto dinero en cárceles—, el pequeño discurso del caracol lo finalizó con una frase que resumía sus pensamientos—: La selección de la droga.
Arturo aún se encontraba confundido por tan extraña idea. No podía imaginar semejante plan, que estaba fuera de toda lógica. El caracol se sintió inspirado en ese momento. Entusiasmado por sus conceptos apuntó sus ojos a la cara sorprendida del obrero y prosiguió:
—Ahora bien; la adicción puede esclavizar. Transformar a una gran masa de personas en servidores incondicionales, dispuestos a hacer lo que sea por droga. Toda esas personas estarían dispuestas a trabajar de por vida, sólo necesitaran lo más indispensable... En una sociedad que puede aprovechar el potencial de la droga no habría tanto criminal.
El caracol estaba entusiasmado. La idea parecía tener sentido, pero consideró otros detalles:
—Tienes razón, existen muchos adictos. Pero muchos, aunque tienen problemas, no son criminales y muchos criminales no son adictos.
—Sí, hay adicto que no es criminal, pero eso no significa que no tenga suficientes problemas espirituales como para considerarlo un buen ciudadano... En cuanto las drogas sean manejadas por el gobierno sobrarán para todos. Se podrá hacer una selección de la sociedad por su grado de resistirse a los placeres—dijo sonriente, sus ojos se clavarán en el cielo y agregó—: Imagínate un anuncio en la televisión donde se promueva la droga: se venderán como pan caliente.
—Pero no me parece correcto.
— ¿Por qué no? Los narcotraficantes tienen un ejército de esclavos a los cuales explotan hasta la muerte.
—No, me refiero a que el gobierno venda la droga.
—Imagínate, el estado podría dejar de cobrar impuestos; ganaran tanto que sobraran fortunas para el bien de la sociedad... Además todo el mundo la podría consumir; imagínate una sociedad donde todos puedan consumir drogas. Cualquier persona que tuviera un mal día, simplemente llega a su casa y toma un poco de droga para relajarse y olvidarse de los problemas. Una sociedad feliz donde los problemas que uno tenga los pueda olvidar con una dosis constante de droga… Mira, yo soy político, y sugeriré la legalización de las drogas en el congreso.
— ¿Sí es político, por qué tiene que tomar camión?
—No voy a tomar el camión, espero a mi amante.
Fragmento 2
Dudó al llegar a su mesa de trabajo. El mundo se encontraba alterado y lo único que podía hacer era acudir al trabajo. Por más que trató de alejarse de su área laboral comprendió que no tenía alternativa. Parecía manipulado por una costumbre de diez años que lo había trasformado en una especie de autómata que sólo obedecía órdenes programadas con años de constancia en su cerebro; y todo sometimiento era mantenido por la inconsciencia, por el esfuerzo en pensar lo menos posible. Sin darse cuenta tomó un cable de forma inconsciente y empezó a acomodándolo con otros hasta juntar un paquete y que unió con cinta.Fragmento 2
Fueron cuatro horas de trabajo. Sentía que mucho de su vida se le había perdido en el limbo en el cual en ese momento se encontraba atrapado. En ocasiones repasaba las preocupaciones de esos días o recordaba su pasado, pero pronto se nublaban esos pensamientos, quedaba una especie de vacío en su memoria, en el cual únicamente podía mover las manos; no pensaba, ni era consciente de lo que pasaba a su alrededor, sólo podía oír un rumor lejano de sus compañeros trabajando.
Timbró la campana que marcaba el descanso para comer. Salió del limbo despacio y recordó que no tener dinero. Se levantó de un salto y caminó con rapidez hacia la oficina del administrador con la firme idea de pedir un adelanto de su suelto. Al entrar a las oficinas encontró que la secretaria era un caracol. No supo cómo reaccionar. Tuvo que salir de nuevo temeroso de que el caracol hembra descubriera que la podía reconocer como el bicho que era. La secretaria tenía los labios pintados y sus ojos en antenas miraban atentos a otra persona con cierto desprecio, había más caracoles pero el obrero decidió no mirarlos.
Tenía que entrar si quería comer, y lo hizo vacilante. Se aproximó a la secretaria babosa; la cual preguntó molesta [...]
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