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martes, 12 de junio de 2012

ALDRIN, PRIMER FRANKENSTEÍN


En Discovery Channel presentaron un documental muy interesante en días pasados. Hablaba de Govanni Aldini, un científico italiano, que nació en Bolonia el 16 de abril de 1762. Fue sobrino de Luis Galvani, el descubierto del galvanismo. Una serie de fenómenos donde partes amputadas de las ranas se sacudían con el paso de la corriente eléctrica, aparentando tener vida.
El fenómeno levantaron mucha curiosidad y a pesar del enfrentamiento entre Volti y Galvani para explicar la causa de que la electricidad ocasionara movimientos en las piernas de la rana, que no se pudieron aclarar por completo hasta la mitad del siglo diecinueve, quedaron muchas especulaciones ingenuas en el imaginario colectivo.
Govanni Aldini, sobrino de Galvani, trabajó como catedrático en la Universidad de Bolonia, en el departamento de física experimental. Durante su carrera desarrolló muchos inventos de importancia científica, como la doble palanca o el traje ignífugo para proteger a los bomberos. Pero su principal motivación fue difundir y estudiar el Galvanismo, para su aplicación en la medicina.

En algún momento Aldini piensa que por medio de la electricidad se le podía devolver la vida a un cadáver. Durante algún tiempo estudio el efecto del galvanismo en extremidades humanas extirpadas, obteniendo ese movimiento convulsivo en partes del cuerpo que deberían estar muertas.
Preparó un pequeño espectáculo grotesco para promover la idea de la resurrección eléctrica entre gente pudiente de Bolonia. En él hacía moverse brazos, piernas o cabezas amputadas al conectarlos a una pila eléctrica primitiva. Lo cual maravilló a su audiencia y pudo conseguir apoyo y algunos cavadores de sentenciados a muerte. Pero las esperadas señales de vida no llegó. Él pensaba que el fracaso se debía a que la sentencia a muerte en Italia, es aquellos tiempo, solo se aplicaba con la decapitación. Se imaginó que al no tener el cuerpo completo no podría lograr el movimiento del diafragme del cuerpo.

En Inglaterra los sentenciados a muerte eran colgados, lo que llevó a Aldini a tomar todo su equipo y viajar a dicho país. Esperaba que con el cuerpo completo pudiera tener éxito y que los cadaberes diera señales de vida. Preparó el desagradable espectáculo para personas importantes de la Real Sociedad, después les explicó sus ideas e intenciones. De inmediato recibió la aprobación.
Lo segundo fue conseguir al sujeto ideal. Revisó los condenados a muerte para ver quién le pudiera servir. Encontró a un joven que era carpintero, Foster. Las circunstancias lo habían llevado a un juicio por asesinar a su hija y esposa. Aunque contra el acusado sólo había pruebas circunstanciales fue condenado a muerte, lo que benefició al científico italiano. Poco después se sabría que la señora Foster tenía intenciones suicidad y se piensa que ella misma se lanzó a un río helado cargando a su hija.

Los restos de Foster fueron colocados en una mesa de trabajo, rodeada de miembros de la Real Sociedad. El nefasto espectáculo duró sólo unos minutos. Las pilas eléctricas se descargaron rápido. Pero alcanzó a aplicar corriente eléctrica al cuerpo en varias partes, consiguiendo las conocidas contracciones en las extremidades, en el rostro y abrió los ojos. Pero no logró el movimiento del diafragme.
El fracaso lo llevó a Italia de regreso de inmediato, con la idea de que no le permitirían experimentar con otro cuerpo. Publicó un libro con los resultados llamado “ General Vierus on the application of galvanism to medical purpose in cases of suspended animation" (en 1819), dedicado a la Real sociedad de Londres.
Con el tiempo surgieron muchos imitadores que consiguieron buenas ganancias económicas con el espectáculo de restos animales moviéndose, y quizá Mery Shelley (la escritora de Frankenstein) acudió a uno en compañía de su esposo. Pero ella misma reconoce que la idea le surgió cuando platicaba con un amigo, Lord Byron, una noche en una cabaña en los Alpes suizos. Tal vez Byron le platicó la historia de Aldini.

http://fmdlg.blogspot.mx/2012/06/frankenstein-de-mary-shelley.html

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