La Dama de las Camelas de Alejandro Dumas (hijo) es una obra maestra con uno de los finales más tristes que he leído. Narra una historia de amor imposible donde el sacrificio de Margarita, al alejarse de Armando, colocándose como mujer malvada, nos habla del profundo amor que sentía por él.
En la novela se narra el mundo elegante de la prostitución cortesana en el París de mitad del siglo diecinueve. Margarita Gautier vive con lujos gracias a la generosidad de sus amantes ricos. Asistía a todos los eventos sociales de alcurnia, siempre llevando una bolsa de bombones y un ramo de camelas. Su extraordinaria belleza y su desenvolvimiento social la convertían en una mujer codiciada.
Armando Duval fue uno de sus administradores, la miró una vez y quedó enamorado de ella. El tiempo paso y las circunstancias los unieron y terminan enamorados.
El idealismo del joven contagia a la cortesana, llevándola a vivir con él en un chalet cerca de París. El tiempo en el ambiente campirano resulta idílico, pero noticias de París los hace entrar en la realidad. Amenazan con vender los bienes de Margarita para pagar sus deudas. Ante la situación Armando trata de convencerla de que deje la vida de lujos y se case para llevar una vida modesta. Para eso el joven habla con sus padres para conseguir un préstamo, pero la mujer se marcha a París.
Ella, al ver que su enfermedad avanzaba (padecía tuberculosis) y que el joven tenia que cargar con el estigma de vivir con una cortesana, decide dejar al joven. Le rompe el corazón por medo de una carta, al reconocer que se marchaba con su amante rico.
La enfermedad termina debilitando a Margarita y cerca de su muerte pide por su amor. Le envían una carta a Armando, pero se encontraba lejos de París. El joven regresa con desesperación., mientras la cortesana ve pasar sus últimos días esperando a su amado Armando. Mientras más de aproxima su muerte alucina, grita su nombre, cree ver a su amor y algunas veces se incorpora a buscarlo.
Al final muere sin ver a Armando. Éste sólo puede conservar de ella un diario que Alejandro Dumas (hijo) compró por causalidad en el remate público de las propiedades de Margarita.
Una verdadera historia de amor imposible, marcada por el descrédito de la vida cortesana.
- -En una relación como la nuestra, si la mujer tiene aún un poco de dignidad, debe imponerse todos los sacrificios posibles antes que pedir dinero a su amante y ofrecer un aspecto venal a su amor. Tú me quieres, estoy segura, pero no sabes lo frágil que es el hilo que sujeta al corazón el amor que se siente por chicas como yo. ¿Quién sabe? ¡Quizá un día de mal humor o de aburrimiento lo imaginaras ver en nuestra relación un cálculo hábilmente combinado! Prudencia es una charlatana. ¡Para qué quería yo los caballos! Vendiéndolos, economizo; puedo pasarme sin ellos perfectamente y así no me gastan nada. Todo lo que te pido es que me quieras, y tú me querrás lo mismo sin caballos, sin cachemiras y sin diamantes.
- -Tú, que no quieres permitirme que comprenda tu posición, y tienes la vanidad de velar por la mía; tú, que, al conservarme el lujo en medio del que he vivido, quieres conservar la distancia moral que nos separa; tú, en fin, que no crees que mi cariño sea lo suficientemente desinteresado para compartir conmigo tu fortuna, con la que podríamos vivir felices juntos, y prefieres arruinarte, esclavo como eres de un prejuicio ridículo. ¿Crees que yo comparo un coche y unas joyas con tu amor? ¿crees que para mí la felicidad consiste en las vanidades con que una se contenta cuando no ama nada, pero que se convierten en algo muy mezquino cuando ama? Tú pagarás mis deudas, malbaratarás tu fortuna ¡y me mantendrás al fin! ¿Cuánto tiempo durará todo eso? Dos o tres meses, y entonces será demasiado tarde para emprender la vida que propongo, pues entonces lo aceptarías todo de mí, y eso es lo que un hombre de honor no puede hacer. Mientras que ahora times ocho o diez mil francos de renta, con los cuales podemos vivir. De lo que tengo, yo venderé lo superfluo, y sólo con esa venta me haré con dos mil libras al año. Alquilaremos un lindo pisito en el que nos quedaremos los dos. En verano vendremos al campo, pero no a una casa como ésta, sino a una casita suficiente para dos personas. Tú eres independiente, yo soy libre, somos jóvenes; en nombre del cielo, Armando, no vuelvas a arrojarme a la vida que me vi obligada a llevar en otro tiempo.
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