Durante la guerra fría, se desarrollaron todo tipo de armas,
las biológicas eran las mejor controladas por su peligro inherente. Ningunas de
este tipo de armas de destrucción masiva, como armas nucleares, químicas o
biológicas fueron usadas de forma masiva, pero quedaron algunos accidentes que,
afortunadamente, fueron menores.
El ántrax, Bacillus
anthracis, es una enfermedad propiamente del ganado, que puede infectar a las
personas. Generalmente en los seres humanos se presenta en forma de infecciones
en la piel poco problemáticas. Pero también puede atacar los pulmones de los
pacientes, en tal caso es más mortífera tanto para animales como personas.
El Ántrax tiene
otra peculiaridad, como la mayoría de los organismos microscópicos, pueden
producir esporas. Las bacterias, cuando sientes que su medio ambiente cambia y
se puede volver hostil para ellas, tienen un mecanismo que les permite
sobrevivir a sequías u otro tipo de agresiones, desarrollas una forma de
quistes donde se engloba en una cubierta muy resistente todo lo indispensable
para que la célula puede sobrevivir. De esta forma la espora queda latente en
el suelo esperando que las condiciones mejoren, se ha demostrado que las
esporas pueden permanecer latentes en su capsula por décadas. En cuento una
espora entra al sistema respiratorio la humedad se activa, se hidrata, crece y
activa su metabolismo, se empieza a dividir y ocasiona la enfermedad de Ántrax
en los pacientes.
Las esporas de
Ántrax siempre fueron consideradas como un arma biológica. Las grandes
superpotencias, durante la guerra fría, la desarrollaron, acumulando gran
cantidad de esporas en la cabeza de un misil y liberar las esporas en forma de aerosol
cuando llegara a su objetico, generalmente una ciudad. Se tienen estudios,
publicado en 2006, donde se estiman que un kilo de esporas de ántrax, lanzadas
en forma de aerosol sobre una ciudad como Washington, DC, sería suficiente para
infectar a entre 4.000 y 50.000 personas, siendo un ataque de sorpresa, sería
imposible conseguir los suficientes antibióticos para poder atender a toda la
población afectada.
El ántrax es el
arma favorita de los bioterroristas, considerando que esta puede matar a un 90%
de las infectados. En junio de 1993, los miembros de la secta japonesa Aum
Shinrikyo rociaron la bacteria de un edificio en Tokio; Por suerte, se cometió
un error y se utilizaron una cepa que era inocua para los seres humanos. Poco
después del 11 de septiembre de 2001 en la ciudad de Nueva York, polvo de
ántrax fue enviado por medio de cartas mandadas por correo a varios políticos y periodistas en la costa este de Estados
Unidos. No se sabe realmente quién o con qué fin se realizó este acto
terrorista, pero sí quedó claro que fue un terrorismo doméstico. De este ataqué
22 personas fueron infectadas y cinco murieron.
El siguiente caso
es poco conocido, se dio en Rusia, en el pueblo soviética de Sverdlovsk, hoy
conocida como Ekaterimburgo, que es la ciudad más poblada de los Urales, el 2
de abril del 1979, una nube de esporas de ántrax fue liberado accidentalmente
de una estación secreta que se dedicaba a fabricar armas biológicas. El viento
arrastro la nube peligrosa cincuenta kilómetros esparciendo sus esporas a lo
largo del camino, con rumbo sureste, afectando tanto a animales como a los
hombres. Los reportes oficiales de esa época, poco confiables, menciona que al
menos 66 personas perdieron la vida, lo que es el brote humano más mortal de
ántrax por inhalación.
Varios factores
impidieron que la catástrofe fuera mayor. Uno de ellos es que la nube con
esporas de ántrax no alcanzó arias densamente pobladas, otra es que los
científicos que trabajaban en la estación secreta, conocida como área militar
19, no trataron de alterar la cepa militar de Ántrax para volverla resistente a
los antibióticos, vacunas o volverlo más peligrosos.
Para ese momento
los Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética, firmaron una
Convención sobre las armas biológicas, que entró en vigor en 1975, se suponía
poner fin a ese tipo de armamento. Todo indica que la Unión Soviética falto a
su palabra y continuó con un programa clandestino masivo, produciendo esporas
de ántrax y otros agentes biológicos.
El accidente fue
encubierto por las autoridades y se mencionó como un brote natural, pero 37
años después, gracias a las investigaciones se han podido comprender algunos
detalles de ese incidente, aunque el accidente en sí, si es que lo fue, ya no
sabremos cómo ocurrió.