El Virus Ébola es uno
de los mejores ejemplos de cómo un virus letal surge como enfermedad en la
población humana. Dicho virus se
encuentre en las selvas tropicales de África en poblaciones de murciélagos
fructíferos grandes, en simios y unos roedores, en donde en algunos causan
enfermedad y en otros no ocasiona padecimientos fuertes en los animales.
El contagio ocurre cuando un animal
doméstico o el hombre tiene contacto con excremento, orina y otro tipo de
fluidos de un animal portador. El animal doméstico padece la enfermedad nueva y
contagia a los seres humanos. Tenemos el caso más reciente del MEAR (Síndrome
respiratorio de oriente medio) que se originó de un camello en el 2012; el SARS
(Síndrome respiratorio agudo severo) que
surgió en la provincia de Guangong, China, trasmitida por murciélagos, se
esparció por 29 países, contagió a 8, 089 personas y mató a 774; en el inicio
del 2015, en Alemania, se presentaron tres muertes de creadores de ardillas que
contrajeron una encefalitis provocada por un nuevo virus bornavirus que
portaban las ardillas o el virus Hanta que trasmiten los roedores a los humanos
por medio de la orina. También puede producirse el contagio cuando se come
carne mal cocida de algunos de estos animales infectados, el virus puede
sobrevivir en el jugo rojo que se encuentra en la carne y de ahí pasa a los
humanos. Se supone que de esta forma surgió el SIDA.
La primer víctima contagia a las personas a
su alrededor y la enfermedad se propaga entre la población desprevenida hasta
cubrir grandes áreas. La enfermedad del Ébola, en el caso más reciente, tiene
una mortalidad del 60-70%, pero en brotes anteriores ha alcanzado casi el 90%.
La enfermedad, en el pasado, surgía como
epidemias en la región central del África, áreas rurales y pobres, con algunos
años de diferencia. En el peor de los casos, no pasaba de más de 400 infectados
y las muertes sobrepasan con poco las 100, durando cerca de cinco meses. Se han
registrado 23 brotes desde su descubrimiento, dejando en 40 años sólo 1600
muertos. Su contagio se ocasionaba por contacto directo con algunos fluidos
corporales asquerosos del enfermo como sangre, orina, excremento, saliva y
semen.
La epidemia más reciente se inició en marzo
de 2014, cuando se detectaron los primeros casos de la enfermedad en Guéckédou,
en la región boscosa de Guinea sudeste.
Se piensa que el virus pasó de un murciélago a un niño de dos años de
edad, en diciembre de 2013. El virus se extendió posteriormente a la capital,
Conakry, y a los países vecinos de Sierra Leona, Liberia, Nigeria, Senegal y
Malí. Se ha mantenido en las regiones afectadas por más de un año. Según
reportes de la Organización Mundial de la Salud hasta Agosto de 2015, se han
registrado 27.014 casos totales reportados (de los cuales 14.895 han sido
confirmados por laboratorio) resultando en 11,134 muertes. El área donde llegó
el virus es una de las más pobladas y pobres de África.
Sí cambia el patrón de contagios de una
enfermedad infecciosa es porque cambió el patógeno. En este caso ya se demostró
que el virus sufrió alteraciones genéticas que posiblemente lo volvieron más
infeccioso. En el caso de este epidemia, y apoyados por análisis genéticos, se
detectaron tres linajes del virus Ébola distintos. El primero y más importante
muestra tres variaciones sólo presentes en Guinea, estas pueden dar cambios en
el aspecto del virus. Una de estas mutaciones se encuentra en la proteína GT,
que cubre la superficie del virus y le ayuda a fijarse y entrar a la célula. (Tal
vez los cambios mencionados sean los causantes de la nueva eficiencia para infectar de la
enfermedad) Con el avance de la tecnología de Secuenciación del ADN, se pudo
descifrar el genoma del virus, de muchas muestras obtenidas de diferentes
pacientes, buscando los cambios genéticos en el RNA para poder ubicar la distribución
del virus.
Hablaremos ahora de los cambios en el virus
del Ébola. Sabemos que existen varias variedades del virus, uno por cada país
que antes fue atacado por la enfermedad. En una investigación de secuenciación
de más de noventa muestras virales en
diferentes zonas donde aparecieron brotes de Ébola, llevada a cabo por Stephen
K. Gire ( Science 12 September 2014: 1369-1372) Se secuenciaron 99 muestras de
virus de 73 pacientes, y encontraron un elevado índice de variación genética
entre los virus, y como él mismo dice:
“Debido a que muchas de las mutaciones alteran las secuencias de
proteínas y otros objetivos biológicamente significativos, deben ser
monitoreadas para detectar impacto en el diagnóstico, vacunas y terapias
críticas a la respuesta al brote”.
Dichos virus están formados por una capa
exterior de proteínas, como una cáscara, las principales proteínas que lo
forman ayudan a que los virus entren dentro de la célula huésped. En la cápsula se encuentra el RNA que tiene la información necesaria para
replicarse a sí mismo.
El virus del Ébola infecta y paraliza las
células inmunitarias del paciente, eliminando la primera línea de defensa.
Estas células, al morir, provocan una inundación destructiva de sustancias
llamada tormenta de citoquinas, y causan la muerte de las células que
normalmente producen anticuerpos protectores. Así el virus Ébola ataca el
sistema inmunológico, pero también ataca el bazo y los riñones, donde destruye
las células que ayudan al cuerpo a regular el equilibrio de líquidos y
químicos, y afecta a las proteínas que ayudan a la coagulación de la sangre. En
su peor momento, el virus Ébola asalta el hígado, los pulmones y los riñones, y
a otros órganos que terminan presentado fallas.
Un solo virus ataca una célula, al invadir
se empieza a fabricar miles de virus idénticos, que al final terminan matando a
la célula. El periodo de incubación de la enfermedad es el tiempo que pasa en
que el virus entra a la célula hasta que el número de virus aumenta tanto que
ya está produciendo daños importante en el organismo; en el caso del Ébola es
de 12 a 21 días.
El virus del Ébola fue descubierto en 1976,
en medio de una gran epidemia en la República Democrática del Congo. Se
encontraron portadores asintomáticos de la enfermedad entre tres especies de
murciélagos fructíferos poco después de descubierto el virus, dichos animales
estaban en la dieta de los lugareños. Cada determinado tiempo, al igual que con
los humanos, se dan epidemias en los primates que baja mucho el número de la
población de estos animales.
Los primeros síntomas: fiebre, vómitos,
diarrea y malestar general, nos dice que el cuerpo está luchando contra los
virus invasores. El dolor de garganta, los vómitos y diarrea explican que el
virus entra al paciente por la boca, ojos o nariz, después de haber tocado
algún fluido corporal contaminado.
El primer caso registrado ocurrió en Guinea,
un curandero tradicional que había tratado al niño con Ébola, se enfermó, al
poco tiempo murió y en medio de un entierro ritual, que incluía tocar el
cadáver, trece mujeres, de distintos lugares,
se contagiaron y regresaron a sus aldeas. Con la sospecha de que la
enfermedad ya se encontraba circulando, en marzo de 2014, el Hospital Kenema
(KGH) estableció vigilancia Ébola en Kenema, Sierra Leona, cerca del origen del
brote. Fue entonces cuando se tomaron muestras del virus para ser analizadas en
Estados Unidos, cinco de los investigadores que se encargaron de tomar las
muestras en pacientes, murieron por la terrible enfermedad. La secuenciación de
los nuevos virus y la comparación con secuenciaciones en otras epidemias
anteriores revelaron 341 cambios fijas en el genoma del Ébola. Encontrando que
hubo una sola transmisión desde el reservorio natural al hombre, seguido de la
transmisión de humano a humano durante el brote. La tasa de mutaciones
observado es aproximadamente el doble que en anteriores brotes.