En 1940 el ejército francés se encontraban en
retirada, los grupos en desbandada
esperaban reagruparse, pero, por el impetuoso avance Nazi, la mayoría eran rebasados
por las tropas invasoras y desramados. En medio del caos reinante, tres jóvenes franceses abordaron un pequeño barco
pesquero, con el único propósito de no rendirse, de continuar su lucha desde la
Gran Bretaña. Dos de ellos llevaban únicamente su valor y el tercero además cargaba
una caja de cartón con palomas mensajeras, a las cuales entrenó y estimaba
mucho. Al llegar a la costa se reportaron de inmediato con las autoridades
militares inglesas y estos los enviaron con las autoridades francesas en el
exilio que, ya para entonces, formaban un ejército francés con los hombres que
lograban escapar de la Francia ocupada.
Desconocemos los nombres de los jóvenes o la
fechas exactas en la que ocurrieron los hecho. Lo único claro es que dos de los
jóvenes fugitivos fueron reclutados de inmediato. El tercero, ese que llevaba
las palomas mensajeras, se negó rotundamente a deshacerse de sus mascotas.
Surgió una discusión de los reclutadores con el joven, pero un oficial se acercó
para preguntarle sí las palomas podrían llevar mensajes a Francia. El francés comprendió
de inmediato el alcance de la pregunta.
Pocos días después es liberada la primera
paloma que de inmediato vuela a Francia. Es encontrada y llevada a un espía que
tenía un equipo de radio con el cual se comunicaba con Inglaterra y con el resto de Francia, e informa a los aliados de
la llegada de la paloma. Así comienza una serie de viajes de las palomas
llevando mensajes, instrucciones y pidiendo información. Las solicitudes de
información eran trasmitidas a todo el país, la Resistencia buscaba la
información, mandaban las respuestas por radio y el espía en la costa francesa
sólo recolectaba los datos y los trasmitía a Inglaterra.
Una noche el operador del radio clandestino
escuchó fuertes golpes en la puerta, entendió lo que pasaba. De inmediato trata
de quemar todos lo papeles que tenía en
su poder. Cuando busca un objeto contundente para destruir la radio los
soldados alemanes entran y lo sujetan, llega un oficial y ordena que se lo lleven.
Para el operador de radio siguieron firmes interrogatorios,
hora tras hora, sin descansos, se fueron sumando las preguntas en medio de una
gran presión para el cautivo. El operario resistió un día entero, pero fue el
cansancio y la presencia de aparatos de tortura lo que lo hicieron dudar, era
sólo otra amenaza más, pero funcionó. Fue sólo un fragmento de segundos, en los
cuales una dudo creció en su alma hasta sembrar el miedo, pero fue suficiente
para doblegar su alma. Durante los siguientes días dio toda la información que
sabía. El oficial nazi le informa que por su colaboración con el enemigo era
condenado a muerte. El operario, desesperado,
les ofrece colaborar con ellos para salvar su vida, volviéndose un traidor.
Los nazis lo llevaron a la casa donde tenía
el radio, oficiales de inteligencia revisaban toda la información que pasaba
por sus manos y le ordenaban diera respuestas falsas a todos los mensajes que
le enviara a la “Abwehr” (Servicio Militar de inteligencia Aliado).
Ya con el colaborador enviando mensajes
falsos, llegó una paloma que tenía en el tubo de aluminio atado a su pata un
mensaje en verdad importante: “Informe cantidad de fuerzas y número de unidades
zona de Dieppe”. Los nazis sospechaban ya que los aliados planeaban un ataque a
esa zona. Le ordenaron al operario que enviara la siguiente respuesta: “En
Dieppe 110° división de infantería”. En realidad la división 110° alemana se
encontraba en el frente ruso y en cambio en esa área se encontraba otras
unidades, más fuertes y mejor armadas, como la 302° división de infantería, ya
preparada para la lucha.
El plan original se llamó primero Operación
Dieppe, consistía en un desembarco de
prueba en Francia. Sería algo temporal, entraría a la ciudad de Dieppe la dominaría
y tomarían algunos prisioneros para interrogarlos, esperaban retirarse antes de
que el enemigo reuniera suficientes fuerzas para atacarlos. También se esperaba
probar la supuesta superioridad de la Luftwaffe en una batalla aérea contra la
RAF, pero los aviones alemanes nunca aparecieron. Este plan fue cancelada el
mismo día de su inicio, el 8 de Julio de 1942. Después se aprobó de nuevo llamándose
Operación Jubilee. Se inició el 18 de agosto de 1942 durante la noche y se
mantuvo hasta el 19, en una de los grandes fracasos de los aliados en la
guerra. La mayoría de las bajas fueron
de soldados canadienses que llegaron a enfrentar a fuerzas enemigas ya
preparadas y esperándolos.
La noticia del fracaso aliado fue escondida.
En los periódicos canadienses se anunciaba como una gran victoria. Pero la
misma presión del pueblo y la insistencia de los periodistas dejaron al
descubierto la pérdida de más de 6 mil soldados, entre muertos, heridos y
capturados, y en su mayoría canadienses.